jueves, 4 de septiembre de 2014

Sobre la Cumbre de Cardiff de la OTAN o la escalada de tensión ruso-ucraniano-occidentales

La cumbre de la OTAN en Cardiff en el país de Gales que se inauguró el día de hoy se presenta en un momento decisivo para tanto la alianza transatlántica como para Ucrania. La presencia de Petro Poroshenko en Cardiff fue clave para la reunión, donde participan tanto potencias europeas y EE.UU. con con Ucrania, para la puesta en claro de un  plan para llegar a una paz duradera en la nación centroeuropea. No obstante la proposición de Putin de un plan en siete puntos hacia Kiev, la cual el primer ministro Yatseniuk ya rechazó por su lado, no pudieron hacer cambiar de opinión a las naciones líderes de este pacto militar. Lejos de distanciarse de más sanciones en contra en Moscú, la ministra de relaciones exteriores italiana que tiene la presidencia pro-tempore de la Unión Europea, reafirmó que estas son necesarias para proteger a los intereses ucranianos en esta contienda. Además de acusar a Moscú  de estar tener presencia militar y de brindar apoyo directo a los grupos rebeldes desde el mismo ejército, todo esto claro sin poner de por medio ningún tipo de prueba irrefutables a la luz.

Una reunión de este tipo, donde los principales líderes occidentales se junten en una mesa para dialogar y afirmar la unidad de la Alianza Transatlántica, no se podría esperar un mensaje menos belicoso, puesto que después de la breve visita de Obama a Tallin, Estonia el día de ayer, estamos viendo cómo ni los occidentales ni los rusos están dispuestos a dar un paso atrás, con la reserva claro de que el involucramiento ruso en el este ucraniano no sea que una hipótesis, más que una realidad confirmada. Tampoco se puede ignorar que el tema de la Crimea, ya viejo de varios meses no parece más que el pretexto más tangible para no bajar un ápice la presión ejercida sobre la nación euroasiática, la cual ya fuertemente bajo presión internacional, no ha caído aún en la provocación permanente  a la que ha sido expuesta.

A modo de repaso la situación de la Crimea es tan delicada, puesto que su pertenencia a Ucrania es tan sólo vieja de setenta años, antes de la adhesión a la Federación Rusa,  y de ningún modo existía un acuerdo fronterizo propiamente dicho para la delimitación de fronteras en el pasado que asegurara su permanencia en Ucrania, que tan solo le anexionó en el año 1954. Si bien es cierto que Kiev siempre ha estado en una situación complicada entre Rusia y sus vecinos europeos occidentales, los cuales han visto en ella una forma de poner en jaque al viejo enemigo de la guerra fría. A estas alturas todas las reservas ya han caído, y el tono acusador en contra de Rusia se ha convertido en la regla por parte de sus integrantes, chicos y grandes, sin por ello entrar en las razones particulares.

Italia desde su postura particular no es de las naciones más anti-rusas, cuando consideramos incluso la antigua amistad entre el ex primer ministro Silvio Berlusconi con Vladimir Putin, y su posterior visita cuando Enrico Letta aún gobernaba previo a Renzi. La titular de los asuntos exteriores, Federica Mogherini, quien hace un equilibrismo entre la amenaza por parte del bloque europeo, y la búsqueda de una solución política entre las partes, insiste no obstante no sólo en la corresponsabilidad de Rusia en el asunto, además en que la integridad de Ucrania va por encima de otra cosa.

En el  escenario mismo vemos que la cuestión es un tanto más complicada, pues las poblaciones que hoy  combaten a las fuerzas gubernamentales, son y se dicen ucranianos de origen ruso, pues es sabido que esa parte no pertenecía a Ucrania hasta su creación como estado independiente cuando la disolución de la ex URSS. Ellos con ayuda de voluntarios de muchos países, incluyendo a rusos, y con armamento de fabricación rusa, pues esta es una importante productora de armas, no tiene ni demuestra en sí en nada que la mano de Putin está en la región. Todo el contrario, el gobierno ruso se dice preocupado por la presencia de cuerpos armados no controlados en las fronteras de su país. Dicho de paso no ha habido formalmente ninguna invasión territorial rusa, que fuera una incursión accidental y nocturna, como ha pasado también por parte del ejército ucraniano.  Lejos de ser una batería de argumentos irrefutables, estas son una vez más una serie de falacias, que sostienen un  discurso anti-ruso y absolutamente ideológico con fines de aislar a la nación, que hace apenas veinte años aún era el enemigo a vencer, y desde el colapso de la URSS, no ha estado en la condición de poner condiciones propias en el escenario internacional. Ahora que vemos que la bipolaridad ha vuelto, al menos en apariencia, la retórica en general no ha dejado de inundar las noticias del mundo, con acusaciones que no son nunca posibles de confirmar ni de refutar.

La cumbre también ha puesto el  escenario el tema de Irak, y el Estado Islámico ahí presente, como también en el oriente de Siria. Es curioso como ahora las fuerzas de la OTAN; en particular David Cameron, anfitrión de la cumbre, no duden en atacar a las posiciones del estado, pero en Siria, y sin la colaboración del gobierno sirio, que es el legítimo gobernante. La aparente necesidad de su parte para vencer a los que ellos mismo ayudaron a llegar al poder mediante el apoyo material y político, en contra  de un gobierno constitucional, no es más una prueba de la persistente miopía occidental, y de su rechazo de reconocer a estas alturas que Bashar Al-Assad no sólo es un actor necesario en la zona, sino que su ayuda sería tanto más útil, en la medida que este territorio volviera a estar pronto bajo la autoridad de Damasco, eso por lo visto no es ni deseable, ni probable desde la perspectiva de David Cameron y de Barack Obama. Siria sería una operación que se haría sin consultación alguna, ni consentimiento de parte del gobierno sirio, y por lo tanto esto abre un precedente incomparable en las leyes internacionales, que buscan ante todo llevar el diálogo internacional ante de la confrontación.

La Cumbre de Cardiff es sin duda una cita importantísima para Occidente y para EE.UU., que ven como una Rusia que entra en una espiral de problemas económicos, pero que también ha sabido jugar sus cartas excelentemente, ha abierto sus propios espacios desde donde protegerse de cualquier agresión, y quiere ganarse su propio espacio económico, con China y con la unión euroasiática, la cual sería el contrapeso a la Unión Europea, con la que cada día tiene menos que discutir, y la cual le impone sanciones cada vez más importantes.   

Si de soluciones políticas se trata estas son sin duda una mera fachada, la cual sirve para poder llevar los objetivos más obscuros de la OTAN,  con una mira anti-rusa indudable.  Para Ucrania son sin duda los interlocutores más importantes los que hoy Poroshenko vio, con el fin de cubrirle las espaldas por ahora contra el enemigo declarado, llamado Rusia.

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